Alguna vez te has preguntado, ¿Por qué necesito la salvación? ¿De qué seré salvado? ¿Acaso estoy en peligro de algo? Quizá nunca te has percatado de ello, pero, toda la humanidad está bajo la misma condición.
¿Cuál condición es ésta? Todos nos hemos desviado de a una, toda la humanidad ha fallado, ha errado ante su propósito de existencia, y basta con darle un vistazo a tu al derredor para darte cuenta de tanta maldad nos rodea.
En Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
La palabra “destituido” quiere dar a entender que estamos apartados, lejanos, pues el pecado nos ha separado de la gloria de Dios, es decir no estamos alcanzando la gloria de Dios, pues, hemos quedado cortos para estar con Él. Esta separación espiritual, a causa de nuestra naturaleza pecaminosa, es estar muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:5a), ya que todos los días nos encontramos en rebelión con Dios, enemistad para con él, y como resultado no le buscamos.
El pecado es tan severo que te puede separar de Dios por un tiempo significativo ¿Cuánto tiempo? Por una eternidad, un largo, largo periodo de tiempo si fin. Mateo 25:46 lo enfatiza: “E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”.
Sin embargo, Dios te dio una solución a este grave problema, a ti y a toda la humanidad, y esta solución se encuentra en su propio Hijo Jesucristo. La Biblia dice en Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Dios vino al mundo como ser humano, pero sin pecado, con un amor genuino y verdadero e incondicional.
Jesús, el Hijo de Dios, entregó su propia vida intachable por todos aquellos que han pecado y están separados de Dios (esto te incluye a ti). Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
lo deja bien claro, que por tus propias fuerzas jamás hubieras podido obtener la salvación.
En la Biblia dice que nuestras obras de ser justos son como “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6), es decir, nuestros intentos de ser justos no valen, están manchados, y con esto queda bien claro que por nuestras propias fuerzas jamás se puede ser salvo.
La salvación verdadera solo se obtiene a través de la fe en Cristo Jesús. Efesios 2:8 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
Jesús vino en el momento exacto (Romanos 5:6), tomó tus pecados y los cargó sobre sí mismo en la Cruz donde murió en tu lugar, para que tú pudieras tener la gran oportunidad de estar cerca de Dios y tener una relación con Él.
Pero Jesús no solo murió en la Cruz por ti, sino que volvió a la vida al tercer día (1 Corintios 15:3), derrotando la muerte y demostrando su autoridad sobre toda condición. Esto es un reflejo del cuidado de Dios y la buena inversión que tienes de confiar en el único Dios vivo y verdadero. Te otorga el gran privilegio de contar con una vida nueva, morir al pecado y liberarte de la esclavitud del pecado, y ahora vivir en espíritu y libertad, lleno de gozo y alegría para una vida con propósito y significado.
Solamente necesitas creer en Él y creerle (Hechos 16:31) para recibir esta salvación, confiar plenamente en tu corazón de que Jesús es el Señor, recibir por fe el obsequio dado por Dios, este obsequio genuino y costoso. Romanos 10:10 dice “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”

Ríndete a Jesús y agradece a Dios por lo que ha hecho por ti, y te recibirá con brazos abiertos, pues lo único que se requiere es creer, confiar, y depositar tu fe en el único camino verdadero. Jesús dijo en Juan 14:6 “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Así que, esta es tu oportunidad, hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2). Y ahora te pregunto, ya que has escuchado el mensaje de salvación, ¿Lo creerás? ¿Rendirás tu vida a Cristo Jesús como tu Señor y Salvador?
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” nos dice 2 Pedro 3:9.
Es el momento ahora para que seas honesto con Dios y procedas al arrepentimiento, y pedirle perdón por tus pecados.
Si deseas tomar la decisión más importante de tu vida, entonces haz esta oración sincera y entrega tu vida a Jesús.
Padre Dios, reconozco que soy pecador y que he vivido a mi manera, haciéndote a un lado.
Me arrepiento de mi pecado, perdóname y límpiame con la sangre de Cristo derramada en la cruz.
Hoy confieso que Jesucristo es el Señor, que murió en la Cruz por mí, pero que resucitó al tercer día.
Me rindo a Él, y te pido que me selles con tu Espíritu Santo, y que me adoptes como tu hijo(a).
Gracias por recibirme, gracias por perdonarme.
Y ahora te pido que me ayudes a ser un verdadero discípulo de Jesús, y a crecer en tu Palabra.
En el nombre de Cristo Jesús,
¡Amén!
Si hiciste esta oración, déjanos saber, pues queremos gozarnos contigo.
Estamos para servirte y orar por ti.
Escríbenos un email a info@riogrande.church o enviando tu información a través del formulario de petición de oración.
“¿Cómo ser salvo?” fue escrito por Josué Silva.